Frío

"La Estrella de los tejados, lo más Rock n'Roll de por aquí, los gatos andábamos colgados
Ladie Madrid"


Era otro día de invierno particular, caminaba por casa buscando algo con lo que  ocupar la mente y fue entonces cuando cometí el error de encender la televisión.

"Hoy hace un año de la Trágica Muerte de Cariba Bries..." De un golpe apagué el interruptur y me quedé a oscuras en aquella estancia vacía. O no tan vacía su recuerdo inundó la sala y la sentí.

"Frío"

Así me dijo que se llamaba. Frío. Aunque  todos sabían que su nombre real era Cariba... Cariba Bries... 

La conocí en terapia, siempre abrigada hasta el cuello, tantas capas como una cebolla y auriculares. Era guapa hasta sin maquillar, y su himno de guerra era Ladie Madrid de Pereza. Yo la veía reflejada en aquella canción, era la estrella de la terapia, pero no le importaba y yo me sentía fuertemente atraída hacia su personalidad.

Eramos un grupo grande con trastornos alimenticios, pero nosotras éramos diferentes, yo, por mi parte, deseaba recuperarme, pero Frío no. Ella siempre decía "que era importante ser fría por dentro y por fuera y que sobre todo era importante serpiel y hueso, porque no hay mejor escudo que el que proporcionan las costillas al corazón"

Estaba tocada emocionalmente, era errática y neurótica, pero a pesar de todo yo la quería.

El día que me fui y la dejé allí, fue el día más difícil de mi vida.

***


Mi madre me prohibió volver a ver a Frío y jamás pude regresar al centro, pero la buscaba en las redes, le dejaba mensajes en todas las páginas donde creía que ella podría estar, nunca supe si los leyó.

La noche en que me llamó, la sentí al otro lado del teléfono, y deseé saber como estaba, pero ella no me escuchaba, era como luchar contra un contestador.

- Ma Petite, espero que estés bien...
-  ¿Frío? ¿Eres tú? ¿Has leído  mis mensajes?
- Te llamo, porque yo también te he querido siempre...
- Frío yo aún te quiero.
- Y me alegra saber que podré oirte una vez más, antes de convertirme en la Estrella de los Tejados...
- Frío, ¿Qué dices?
- Me voy, para siempre, pero es importante que sepas, que lo he conseguido, que soy libre y que a partir de ahora nunca volveré a cantar tras las rejas.
- ¿Frío? - Entonces comenzó a cantar su canción.
- La Estrella de los Tejados...
- Lo más Rock n'Roll de por aquí... - Dije entre lágrimas, adelantándome a lo que estaba a punto de ocurrir.
- Los gatos andábamos colgados...
- Ladie Madrid - fue casi un sollozo.
- Te quiero, mi pequeña y siempre lo haré.
- Y yo a ti, Frío.

La comunicación se cortó y lo siguiente que supe fue que había saltado desde la azotea de un edificio, no sobrevivió, claro que no... Aunque siempre estaría viva en mí.

En cuanto pude me cambié mi nombre por el suyo, y al oír en la Televisión, la "trágica" historia de Cariba Bries, no supe si se referían a ella o a mí... 

- La Estrella de los tejados - suspiré. Y la temperatura de la habitación descendió hasta que volví a sentirla...

Frío... 

Era Él más IVA

El más Guapo.
El más simpático.
El más agradable.

El más.

Y por eso yo, siempre pensé que debía ser menos. 

Menos que él.
Menos que nadie.

Nada.

Yo lo buscaba en todas las Estaciones. Verano, Otoño, Primavera, en Invierno, en las de tren y en las de autobús. En los semáforos en rojo y a veces hasta en los verdes, (en los ámbar tomaba un respiro), como cuando los domingos dejaba de quererte para quererme a mí.

Pero hoy no lo he conseguido, porque ha sido una semana difícil. Porque has estado aquí, y me has acariciado las cicatrices, me has abierto las heridas. Me has sonreído y ahora yo también lo hago.

Sonrío con el corazón roto y me río de la vida. Porque sé que ya no serás tú, pero yo siempre seré yo, aunque no me quedes. Porque no habrá un nosotros, pero a ti y a mí, siempre nos unirá la "y". Porque si no puedo tenerte cerca, debajo, encima, o donde sea, al menos puedo respirar de tu sonrisa. Y tal vez un día, reconozcas que algunas veces, te las he provocado yo.

Tal vez un día, lejos de las estaciones, nos volvamos a cruzar.

Y quizá tú ya no seas Él más, y yo no sea la menos.

No más daños en años

No quiero buscarte en otros besos,
no quiero encontrarme en otros brazos,
no quiero volver a sentir lo mismo,
porque nada será igual.

Cuando el verano más frío de mi vida me había hecho tocar fondo, llegaste. Llegaste en otoño, y las hojas secas cayeron al suelo. 
Temía, que al pisarlas, su crujido te espantara. Lo único que me separaba de ti, era un puente cubierto de hojas secas y mi miedo a las alturas. Me armé de valor, y pisé con fuerza, sentía como cada paso rompía miedos, viejas historias, antiguos recuerdos. Sentía pánico y sentía libertad. 

Entonces llegué al final, y te miré y me miraste, y el otoño me besó las mejillas dejándome la nariz helada, pero daba igual, porque tú calentabas mis manos. Hacía tanto que había olvidado lo que se siente, que era como vivirlo todo por primera vez... Y me enganché a esa sensación.

No han pasado ni tres meses y ya me dices que tienes que irte. Y no hay trenes, ni autobuses, ni más Estaciones. El otoño más cálido de mi vida, se marcha antes de tiempo para dar paso al Invierno más cruel de todos los tiempos, y yo no puedo detenerlo.

Te vas,
me hielo.

Pero fue bonito mientras duró.
Y aunque no nos quede París, 
siempre tendremos Málaga la Bella.

Y aunque el café esta frío,
y el mundo parece menos bonito,

las luces de Navidad seguirán encendidas hasta que decidas irte.